Lo que un viaje en bici disfrutado cada minuto dura tres meses se transforma en apenas 22 horas de regreso utilizando los medios convencionales. Llego el martes 12 a las 9:00h a Santiago.
La vuelta ha sido muy cómoda, con vuelo casi directo desde Tromso vía Oslo hasta Madrid, para desde allí en autobús viajar hasta Santiago.
La bici, el principal "inconveniente", perfectamente embalada, llega sin ningún problema.
El fin de semana en Tromso me deparó la estancia en la casa de Bente, sin palabras una vez más... su hospitalidad, su agradable conversación, las deliciosas comidas y todo lo que aprendí en mis últimas horas en Noruega acerca de este fascinante país, nunca mejor que cuando se comparte directamente a partir de sus propios habitantes. Fascinante, sin duda!!
No faltó tampoco la invitación por parte de sus amables vecinos a compartir una cena a base del famoso y típico bacalao de la tierra, preparado al estilo español, concretamente a la vizcaína. Unos auténticos enamorados de España (con una escultura de nuestro Quijote nada más entrar) con buen conocimiento de nuestro idioma, que aprovecharon, obviamente, para perfeccionar. Entrañable e inesperada compañía durante este fin de semana de espera, visita al jardín botánico... y embalaje de todo el equipaje, ardua tarea, pero necesaria.
La llegada, emotiva y esperada, con la cabeza convenientemente amueblada por el cambio en la rutina diaria que supone, el goce del reencuentro con los que me quieren y con toda la fuerza para iniciar con ganas esta nueva etapa.
La vuelta ha sido muy cómoda, con vuelo casi directo desde Tromso vía Oslo hasta Madrid, para desde allí en autobús viajar hasta Santiago.
La bici, el principal "inconveniente", perfectamente embalada, llega sin ningún problema.
El fin de semana en Tromso me deparó la estancia en la casa de Bente, sin palabras una vez más... su hospitalidad, su agradable conversación, las deliciosas comidas y todo lo que aprendí en mis últimas horas en Noruega acerca de este fascinante país, nunca mejor que cuando se comparte directamente a partir de sus propios habitantes. Fascinante, sin duda!!
No faltó tampoco la invitación por parte de sus amables vecinos a compartir una cena a base del famoso y típico bacalao de la tierra, preparado al estilo español, concretamente a la vizcaína. Unos auténticos enamorados de España (con una escultura de nuestro Quijote nada más entrar) con buen conocimiento de nuestro idioma, que aprovecharon, obviamente, para perfeccionar. Entrañable e inesperada compañía durante este fin de semana de espera, visita al jardín botánico... y embalaje de todo el equipaje, ardua tarea, pero necesaria.
La llegada, emotiva y esperada, con la cabeza convenientemente amueblada por el cambio en la rutina diaria que supone, el goce del reencuentro con los que me quieren y con toda la fuerza para iniciar con ganas esta nueva etapa.